jueves, 15 de septiembre de 2011

Sobre el artículo "El complejo de Cassandra"


El artículo que examinamos explora las críticas a Freud, ilustrándolo con el concepto de Cassandra, personaje de la mitología griega. Según el mito, por su belleza Apollo le dio el don de la profecía, pero cuando no le correspondió a su amor, el dios le puso una maldición en que nadie creería sus predicciones. El autor relaciona el personaje con el destino a menudo infortunado que han tenido las ideas y persona de Sigmund Freud, aunque, a diferencia de la doncella, éste ha sido igualmente alabado que vituperado por su supuesta acientificidad y falta de ética. Nuestro autor, Oliver James, no pretende hacerle frente a todas la críticas de una vez, pero señala algunos puntos en los que investigadores, tanto dentro como fuera de la escuela psicoanalítica, han contrastado científicamente las ideas de Freud, muchas de las cuales son centrales a la teoría psicoanalítica, y no han salido mal paradas.

Veamos algunos ejemplos:
“La idea [...] más importante que ha sido validada recientemente es que la experiencia de la primera infancia tiene una influencia duradera y siempre presente en nuestra vida adulta. El concepto freudiano de la "transferencia" de los sentimientos o ideas acerca de las personas de nuestra infancia a nuestra vida adulta de todos los días, ha sido confirmado por una serie de experimentos de laboratorio, por Susan Andersen y sus colegas de la Universidad de Nueva York. En ellos, a sujetos experimentales se les solicitó adjetivos para describir a sus padres. Algún tiempo después, en un contexto diferente, los investigadores le dieron a cada sujeto la descripción de una persona que compartía la mayoría de las características que anteriormente le habían atribuido a uno de sus padres. Por ejemplo, una mujer que había hablado de un padre "interesado en la política, atlético y no muy feliz", posteriormente se le habló de otro hombre que es "político y deportivo". Se le pidió que recordara este otro hombre aún más adelante, y la mujer dijo que el hombre descripto era político, deportivo y no muy feliz, es decir, que impuso a la nueva persona las características de su padre.”

Por razones de derechos de autor (copyright), no puedo traducir mucho más, así que dejemos la discusión de este ejemplo hasta aquí, e invito a aquellos que no pueden leer el lenguaje en que está escrito el artículo, que usen “Google Translate” o alguna otra aplicación de traducción… con todo lo malo que traducen, lo sé. So sorry. Para los que sí pueden, les insto a estudiarlo, pienso que vale la pena el ratito invertido.
Sigamos:

“Las ideas de Freud acerca de la importancia de la infancia también han sido apoyadas por estudios directos de niños. [...] En la actualidad existe una fuerte evidencia de que él estaba en lo cierto en que de tres a seis años de edad, los niños están fuertemente enfocados en juegos sexuales genitales y que estos disminuyen o se reprime después de esa edad. […]”
“En 1990, William Friedrich y sus colegas de la Clínica Mayo de Minnesota publicaron los resultados de un estudio en el que había pedido a 880 madres que reportaran en gran detalle sobre la vida sexual de sus hijos de dos a 12 años de edad. Según reporaron, dos tercios de los niños de corta edad tocaban sus áreas genitales, a veces adoptando una actitud seductora, a menudo jugando a ser sus propios padres, hermanos mayores o personajes de televisión. Los niños favorecían masturbarse en público más que las niñas, las cuales a su vez preferían el exhibicionismo.
Pero en estos días de desinhibición estaban contados, muy parecido a como Freud predijo. En niños en edad de escuela primaria, hubo una marcada disminución de la sexualidad abierta. Como Adán y Eva, comenzaron a sentirse incómodos si otros veían sus cuerpos desnudos. Pidieron privacidad en el cuarto de baño y se volvieron pudorosos mientras se cambiaban bañarse en lugares públicos. Por lo tanto, niños/as de ocho años fueron cuatro veces menos propensos/as que aquellas/os de cuatro años a ser reportados/as por sus madres de tocarse sus partes sexuales o mostrándolos a otros niñas/os o adultos/as.”
Esto, claro, en vista de la propuesta freudiana del complejo de Edipo, el cual llega a su clímax alrededor de los 4 o 5 años, y llegado a ese punto se resuelve reprimiendo el deseo y cediendo el interés. Esto, por cuanto se da cuenta del mayor poder del progenitor, teme la represalia de éste contra su cuerpo y hace suya a partir de ese momento la moral del adulto.
Prosigue el autor:
“Una afirmación aún más fundamental de Freud acerca de la infancia, es que las experiencias durante los primeros cinco años son más influyentes en la vida emocional adulta que la experiencia posterior. Señaló que los seres humanos son casi únicos en el reino animal en el período de tiempo que deben depender de los padres para la supervivencia. Este es el período cuando el cerebro está creciendo más rápidamente. Alrededor de un cuarto de millón de conexiones se forjan entre las células cerebrales en ratas durante cada segundo del primer mes de su vida. El cerebro humano crece con un vigor similar explosivo durante los tres primeros años, nunca se repite de nuevo, por lo que el cerebro de una realidad dos años de edad, tiene el doble de muchas sinapsis (conexiones entre neuronas) que la de su madre. Porque gran parte de nuestra programación mental, se está desarrollando a una edad tan temprana, los efectos son duraderos e importantes.”

La investigación también revela que los individuos diagnosticados con trastorno de personalidad son cuatro veces más propensos a haber recibido maltrato durante la temprana infancia, comparados con aquellos no diagnosticados como tales.

“Freud [...] hipotetizó correctamente que sería posible medir los patrones eléctricos y químicos que sustentan nuestra vida mental. Las técnicas modernas para el análisis de los cerebros muestran que la configuración particular de la electroquímica en un momento dado, es muy sensible a lo que está sucediendo en su entorno en ese momento, pero también está condicionada por las experiencias que han tenido durante los primeros años de vida. En los últimos 20 años ha quedado claro que tenemos una red de conexiones neuronales con las que damos sentido al aquí y ahora. Esta matriz es establecida por el tipo de atención que recibimos durante la infancia: en tanto más temprana la experiencia, más duradero el patrón. Por ejemplo, Geraldine Dawson y sus colegas de la Universidad de Washington en Seattle, han demostrado un daño duradero en los niveles de cortisol, [involucrado en el sistema] hormonal de "lucha o huida", en los niños [mayores] cuyas madres estaban deprimidas cuando eran pequeños, independientemente de si la madre se recuperó posteriormente de la depresión o no.”

Otra propuesta freudiana, fundamental diríamos, es que la mayor parte de nuestras decisiones son inconscientes. En un artículo anterior de nuestro blog Psychoanalytica ya hemos tocado ese tema. El artículo de Oliver James nos da un ejemplo más: sujetos a quienes se les expone subliminalmente el par “taxi” y “cab”, luego al intentar escribir alguno de los homófonos “fare” y “fair”, sistemáticamente tienden a preferir la grafía “fare” (tarifa de transporte).
Mark Solms, neurocientífico del University College London, ha investigado mediante fMRI (sistema de resonancia magnética funcional, por sus siglas en inglés), que durante los sueños las áreas cerebrales involucradas en las apetencias pulsionales se activan. Esto provee apoyo con tecnología de punta, que la idea fundamental de Freud con respecto a los sueños es válida.
Nuestor autor por último llega al tema espinoso de que, si bien mucho de lo que propuso Freud ha llegado a demostrarse correcto, ¿qué tan efectivo es el psicoanálisis como tratamiento?

“Pocos estudios bien construidos se han completado haciendo seguimiento a los pacientes varios años después de la terapia psicoanalítica, donde se midan con precisión lo efectos, a menudo sutiles, sobre la salud emocional [puesto que es una empresa ardua de muchos años y requiere muchos recursos]. Sin embargo, existen unos 26 estudios que muestran que la terapia psicoanalítica (una o dos veces a la semana) es tan eficaz como otros tratamientos para la enfermedad mental. Por otra parte, un estudio sueco de gran tamaño ha encontrado que el psicoanálisis completo (cuatro o cinco sesiones a la semana durante al menos tres años) tiene mucho mayor efecto a largo plazo de la psicoterapia psicoanalítica menos frecuentes. Los investigadores británicos han demostrado que las personas con trastorno límite de personalidad [...] fue mucho mejor que los que recibieron tratamientos convencionales si se pasó 18 meses en un hospital psiquiátrico psicoanalítico, pasando por el grupo tres veces por semana la terapia combinada con la terapia individual por semana.”

Termino mi entrada de blog señalando de nuevo que el artículo del señor James merece ser leído en su totalidad, y que sólo les he traducido lo que me parecen ciertos puntos fundamentales de naturaleza empírica.

Esto merece discutirse, tanto a la luz de la resistencia que regularmente ha recibido el psicoanálisis a lo largo de sus más de 100 años de historia, como en vista de las posiciones dentro del psicoanálsis al respecto de considerarla ciencia o no, algunas en contra de esa idea. Yo en lo personal me inclino a no considerar el psicoanálisis propiamente una ciencia, sino un área de práctica clínica con aspectos científicos, que posee raíces en diversas modalidades de investigación empírica y tiene amplias repercusiones epistémicas y otras consecuencias en la(s) cultura(s) en medio de la cual se desempeña.

Saludos desde Costa Rica,
M.Sc. Carl Edward Vincent Madrueño

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